Productor: Guillermo Briseño.
Grabación: 1980.
Mezcla: Briseño, Hebe y Alanís.
Ilustración de portada: Arturo Jiménez G.
Fotografía: Javier Calamaro, Daniel David.
Laminas interiores: Eduardo Herrera, José Luis Fernández.
Diseño gráfico: Carlos Arthur C.
Investigador: Fernando Betancourt.
Pistas:
Lado 1.
01 La Estaca.
(J.M Pintado, G. Briseño) 3:45
02 Festival de Telarañas.
(J.M Pintado, G. Briseño) 2:42
03 Presagio Charro.
(J.M Pintado, G. Briseño) 3:15
04 La Gata Hidráulica.
(G. Briseño) 3:23
05 Ojo de Ballena.
(J.M Pintado, G. Briseño) 2:52
Lado 2.
06 Viaje al Espacio Visceral.
(J.M Pintado, G. Briseño) 14:15
Primera Etapa: Despegue.
Segunda Etapa: Los Pliegues de Este Naufragio.
Tercera Etapa: Te Digo Compañero.
Cuarta Etapa: La Piedra y el Viento (Aterrizaje).
Duración total: 26:49 minutos aprox.
Contraportada.
Interior carpeta.
Booklet.
Booklet.
Booklet.
Booklet.
Etiquetas lados 1 y 2.
Guillermo Briseño: Voz, teclados, guitarra.
Hebe Rosell: Voz, teclados, flauta, saxofón.
Mario Carrasco: Bajo.
Gilberto Flores: Bateria.
Octavio "El Sopas" Espinoza: Saxofón.
Letras:
Todas: José Manuel Pintado y Guillermo Briseño.
Excepto: La Gata Hidráulica, de Briseño.
Música: Guillermo Briseño.
Este Viaje al Espacio Visceral se incorpora a todos los nuevos intentos por darle
a la música un sentido hacia el interior de otros ritmos, hacia el lenguaje tribal
que suelta sus amarras en una corriente turbulenta que se cruza en el velamen
cuando suena el viento de asalto y se pone el canto al servicio
de la exploración.
Mientras tanto, los músicos van armando su tinglado, el rompeolas que refluye con las
cuerdas, teclados, remaches, bemoles, como en un mecanismo animal a punto de disparar
su reflejo de espejos donde van apareciendo el vampiro y su estaca, telarañas, uno que
otro charro (montaperro), una gata hidráulica, un ojo de ballena que mira hacia donde
despega el viaje visceral, como que se quiere arrugar en los pliegues de este naufragio
pero lo salva la calma dicha por la compañera dicha.
Salta el viento hacia esta piedra planetaria y aterriza.
Ya que el tiempo está prendido, los músicos esperan el aleluya del último acorde y
empiezan a desmontar el metrónomo.
Un, dos, tres, cuatro... biip. Esta es una grabación. Aquí se relatan los hechos que fueron
eslabonando el viaje al espacio visceral. Corrobore usted -oreja mediante-:
el día de institucional tolvanera en que un nacional, ansioso de descubrir la mera neta,
topóse con una voz intergaláctica en plena calzada ermitaixtapalapa.
-¿Cuál es tu meta? (dijo la voz de la neta)
-Encontrar la receta de la historieta para hacer con ella una palanqueta de sabor popular.
-Sigue entonces hasta la glorieta. Móntate en el cometa y si logras tropezar con el yunque
de mi mero tímpano, nos podremos encontrar.
Así empezó el atribulado peregrinar del ansioso nacional, que para protegerse de cualquier
ataque por descuido de algún vampiro despistado, se unta la zona de las lagañas con
horchatinol, y armado de una potente estaca inastillable reza una plegaria aprendida en su
más tierna infancia:
Se me viene una funesta sensación.
Se me para de cabeza el corazón.
Se me agrietan las entrañas,
se me pegan las lagañas, ¡ay, que horror!
Si conservas tus angustias en formol
y no puedes conectar horchatinol
ponte un traje de glostora
y vete a ver a la doctora Corazón.
A la vuelta de la esquina encontrarás
un expendio de cerillos y aguarrás.
Saca lumbre del estuche
para que tu cuerpo luche
por tener contento el buche
y sin que nadie lo escuche:
clávale una estaca al animal
clávale una estaca al animal
clávale una estaca al animal, oh sí...
Si conservas tus colmillos en formol
y tu vista se hace gorda con el sol
dile adiós a tu señora
y vete a ver a la doctora Corazón
Se te ha puesto medio gruesa la función.
Se te para de cabeza el corazón,
se te paran tantas cosas
miles de moscas babosas
ya el efecto de la estaca te fundió.
En busca del afamado auricular de la neta, el nacional decide jugarse el todo por el todo y en
una distribuidora autorizada de pronósticos deportivos se tropieza con la doctora Corazón:
-¿Cómo podré colgarme de la oreja de la neta?
-Primero tendrás que transitar por lugares inhóspitos e insospechados, afirma con autoridad la
doctora antes de ponerle discretamente en la mano el papel sobredorado de la invitación al
Festival de Telarañas:
La circunstancia pesa.
Los días la preñaron de fatiga
y sólo la rabia mitiga
tanta dejadez, tanta inconstancia,
tanta intolerancia necia.
La razón está hecha nudo
y la sinrazón no ayuda.
La circunstancia es sañuda:
hace falta un grito, un salto,
un despertón testarudo.
Es como un sueño de siglos
con polvo, polilla y mañas,
un reventón para arañas
de cuello duro y corbata,
socias de la crema y nata
de los inventores del hilo
negro como su conciencia,
blanco como su presencia,
Insaciables a toda ciencia
de lo que nunca tuvieron los demás.
Inmediatamente entabla relación con la araña más próxima quien, por supuesto de etiqueta
rigurosa, lo atrapa con un viscoso discurso sobre las ventajas de afiliarse al monopolio de la
industria textil y contribuir a someter el futuro de la nación a los designios de los inventores del
hilo negro.
En su aburrido rolar entre arácnidos pro-imperialistas, de ambiciones oxidadas, de capilares
virtudes represivas, de venenosos escrúpulos de clan y talento indiscutible para sortear
temporalmente los insecticidas más revolucionarios, nuestro nacional vióse súbitamente
apantallado por la paraestatal figura de un personaje que, a lomo de una cabalgadura que
mostraba en el cuarto trasero la marca de una conocida línea de muebles de oficina, saludaba
paternalmente a todo el personal. Súbitamente al nacional lo invadió un irreversible Presagio
Charro:
Un charro en su nacimiento
con presagio nacional
arriaba lluvia a caballo
con lazos de temporal.
Y el presagio le decía
que otros tiempos andaría
con ganado de metal:
acelerando la ordeña,
Jineteando un escritorio,
ganándole territorio
al público en general.
Logró meter en un armario
a la realidad.
Se hizo fantasma centenario
de fama internacional.
Sembró un grupo partidario
sobre la tumba del calendario
y acondiciona la historia
para su comodidad.
Un charro de nacimiento
con prestigio nacional
tiraba de un largo carro
repleto de personal.
Se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar.
El carro del que tiraba
con el vuelo que llevaba
le impartió la extrema unción.
El presagio ya mencionado
yace en el suelo aplastado
y los de adentro del carro
cantamos esta canción:
Un charro en su nacimiento
con presagio nacional
arriaba lluvia a caballo
con lazos de temporal.
Se descuidó cuarenta años,
reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar.
Un charro de nacimiento
con prestigio nacional
arriaba lluvia a caballo
con lazos de temporal.
Se descuidó cuarenta años.
Reventaron sus engaños
y se empezó a desinflar.
Fue así como Presagio le dio chamba, escritorio jineteable, salario enano y horario estricto. El
nacional tenía tanto tiempo de sobra en esta nueva chamba, que muy pronto conoció las
ventajas de ser aviador, por lo que —mientras buscaba el yunque neto— decidió echarle un
buen vistazo aéreo a la historia de México y a la del movimiento obrero. Arrimóse a Marx y Lenin
y radicalizóse de tal suerte que imprimió volantes, editó un periódico, compuso canciones,
organizó asambleas y contribuyó a crear una corriente democrática con demandas tan claras y
combativas, que empezó a tambalearse el comité ejecutivo de don Presagio. El famoso dirigente
decidió retirarse de la charrería perpetua y fue entonces cuando recibió el golpe mortal, al
abrirse súbitamente un cajón de su afamado corcel blindado.
Liberado de tan funestas influencias, el nacional entra de lleno a la pista auditiva tan buscada, en
la que se pierde tras un largo deambular en un denso bosque poblado de criaturas fantasmales,
huidizas. Solamente le fue propicio el encuentro con un ser extraordinariamente gatuno:
Una gata con las rayas alrevés
que cuidaba cuatrocientos diez bebés
calculaba con los dedos de los pies
cuántos gatos podrían aprender inglés.
Cuántos metros le tomaría al tiempo
reconocer que no hay muerto que pueda decir quién es.
Y agregaba una mirada a su trabajo de nana
pero muy de cuando en vez.
Una gata de cuarenta días por mes
atrapaba ratas, autos y cienpiés.
Cuántos litros le tomaría a un hombre
beberse del sur al norte el trato que viste a un juez
y agregaba una mirada a su trabajo de gata
porque un gato no es un pez.
Un llanto rompió el telón
se corrió el encantamiento
a escena la humanidad
al filo la gata viendo.
Una gata que arañaba su después
masticaba lo que hablaban sus bebés.
Cuántas vidas le tomaría a un gato
trepar a la orilla de un plato que a todos les sirva bien
y agregar una mirada a la siguiente mañana
donde el hombre ve lo que es.
Después del chispazo felinesco, la gata hidráulica desapareció tan misteriosamente
como había llegado. Esa noche, el nacional comenzó a dar brazadas entre la densidad
de una pesadilla que lo abofeteaba con imágenes sueltas. Se vio redondo, circular,
como una gran mirada marítima.
— Eres ojo de ballena, coreaban insistentemente voces de ultramar.
Hoy la noche parece que ya no despertará.
La gente de la calle no te quiere saludar.
Ya no queda ni un río que no vaya a dar al mar.
Al final de tu brazo tú lo puedes encontrar.
Consumir un cereal.
Qué camisa lucir .
Descansar o nadar.
No te vayas a hundir.
La basura en el suelo.
Olas de fijapelo.
El periódico miente.
Tu salario no entiende.
El agua salada te hace estornudar.
Tú ya sigues a nado no te puedes despertar.
En el fondo del agua te quisieras reflejar.
Mas son tantas las manos y las formas de pensar,
ojo eres de ballena y echas agua por detrás.
Un teléfono hallar.
La bocina voló.
No te puedes tragar
a la televisión.
El programa siguiente
te hace disidente.
Es un despertador.
Suena contundente.
El agua salada te hace estornudar.
Hoy la noche parece que ya no despertará.
La gente de la calle no te quiere saludar,
Mas son tantas las manos y las formas de pensar,
ojo eres de ballena y echas agua por detrás.
Capítulo Dos: Viaje al Espacio Visceral.
El mentado nacional despierta de su sueño tormentoso por el mar ballenero.
Abre los ojos y se ve inundado de corrupción y buenas conciencias hasta.la
altura de las orejas. Lo último que quisiera ser es ojo de ballena, así que se -
sumerge con el propósito de darse un buen vistazo íntimo y reconocer su
disposición a la búsqueda de la neta. Como la perseverancia en las mismas y
viciadas tendencias lleva a la decadencia, decide esta vez ejercer toda su influencia a favor
de la insurgencia, así que se decide a volar por dentro en dirección apasionada al ojo del
temporal. Amontona un buen vuelo en su carrera y logra finalmente su despegue:
Cuando el canto se da su lugar
no hay más remedio
que darse a cantar.
Yo les cuento que en una mañana
una epidemia
empezó a brotar.
Una pertinaz paranoia
en el control ambiental
síntoma casi mortal
en la central de la memoria
la decadencia de la necia
continuación de la historia.
La reacción a tan grande suceso
tuvo un efecto
testimonial.
Cuando el canto se da su lugar
no hay más remedio
que darse a cantar
Tus manos buscan tu estatura
sin pedir ningún permiso
se hacen grietas en el piso
saltas y logras volar
síntoma sensacional:
la enfermedad te ha prendido.
Hundiéndose en plena rabia, sus cualidades aéreas aprendidas durante su breve tránsito por la
burocracia charra le permiten prever el rumbo de la guerra. Sin embargo a media reorganización
de la flota, a medio reflujo campal, una ola histérica se rebela y sobreviene un grueso desastre
temporal. No le queda otra que sumirse en los pliegues de este naufragio:
Siento que el tiempo se pliega.
Es acordeón monumental
que exprime cólera nacional.
Siento un oleaje en la historia
que arrastra naufragios
hacia la señal de nuevos presagios.
La ilusión
estalló:
se volvió explotación,
el naufragio es sólo temporal
ya la paz no da más.
Mientras el nacional se desembaraza de torrente tan turbulento, sucede que la gata hidráulica
—Que no lo había perdido de vista durante todo este tiempo— se enamora de su terca
constancia, de que no encoge a pesar de tanta humedad, así que decide caerle en torrente a la
aurícula izquierda aprovechando un oportuno acordeonamiento del tiempo. Se le acerca
felinamente hasta susurrarle: te digo compañero.
Una luna se acostó.
Su luz te quita la sed.
El agua se despertó
con su cara entre tu piel.
Tu cuerpo es mi porvenir.
Tu mirada mi ciudad.
Contigo empiezo a sentir
que alumbra la oscuridad.
Se rompe la soledad.
Se suicida la pared.
Asaltas la realidad:
el mundo empieza a nacer.
Realizado el abordaje, la identidad con el panorama interior de su amado es total. Lo mutuo se
vuelve solidario, y en medio de la explosión generalizada deciden contribuir al renacimiento del
mundo. Para ello convocan a la neta para que se vuelva su cómplice y madrina, y entre los tres
reescriben la historia del planeta, que en sus rasgos generales reza de la manera siguiente:
Érase un viento nacional —una anticonstitucional tolvanera— deseoso de abrazar a la tierra.
Pero ésta, malhabitada por unos pocos glotones insaciables en la cabeza, y por innumerables
regimientos de despojados en el resto del cuerpo, se volvía áspera y esquiva a sus reclamos. El
tiempo, furibundo, le pone a tan fenomenal desencuentro un virulento agandallatum: que si la
tierra no resuelve su desbalance liberando la energía acumulada en el sentido de la mayor
tensión, él acelerará las contradicciones a punto de conflagración mundial, con la consecuente
desaparición del aire. Así, la tierra con atmósfera fugada ya no podría conservar el amor del
viento.
Nuestros protagonistas desenfundan sus heráldicos alientos; gran alboroto de la trompetería (no
está de más aclarar que desde entonces a la madrina se le conoce como la neta de la corneta)
acompaña el arribo del patifiesto. El nacional, la gata y la neta se alejan en busca de alguna
comprensiva editorial, entonando las estrofas de La Piedra y el Viento:
El viento atrapó una piedra.
Se quiso quedar con ella.
Pero la piedra lo lastimaba
con terquedad afilada.
La espuma
se esfuma.
El viento se fue despacio
hacia su cama en el espacio.
La amó en el mar y en la sierra
llamando a la piedra tierra.
Ya que el tiempo está prendido
lo quiero pasar contigo.
Ya que el tiempo está prendido
lo quiero pasar contigo.
La piel de la tierra cambia.
Se hace dura su corteza,
se vuelve materia gruesa
que al viento confronta extraña.
La espuma
la esfuma.
El viento le da su fuerza
conservando su presencia.
La piedra dio a luz al hombre
que es cazador y presa.
Ya que el tiempo está prendido
lo quiero pasar contigo.
Ya que el tiempo está prendido
lo quiero pasar contigo.
Fue así que se llegó a realizar el primer acercamiento con la neta. Seguramente vendrán otros
que continuarán la apasionada persecución, interrumpida por el momento por falta de más cinta
magnética. Pero de seguro que muy pronto vol.......tres, dos, uno... ¡biiip!
Sobre el nacimiento de este disco
Esta vez el embarazo duró poco, así que se teme que el sonido producido durante el parto pueda descontrolar de por vida a quien lo escuche. Además es de esperarse que el producto nazca hablando y caminando, por lo que se realizan esfuerzos para suministrarle, por vía umbilical, datos que le permitan saber para dónde camina y de qué habla. En este sentido el trabajo durante un año como trío, las sesiones etílico-profilácticas para escribir las letras de varias canciones con José Manuel Pintado, la renovada inmersión en la televisión, esta vez por conducto de RTC, el contacto con la gente del canto politizado, la aparición de Nuestra Señora de Hebe, la formación de LIMAR, la solidaridad de los cuates de Audiodimensión, la oportuna llamada de la Universidad de Sinaloa y el placer de tocar con toda la rabia, para luego escucharlo, nos hacen pensar en que esta criatura caminará hacia la independencia, la creatividad y, por lo mismo, la libertad. Y que hablará de sus ganas de cambiar cosas, de saberse parte de la lucha de clases y de su necesidad de creer que se puede ser mejor humano. Por el momento conminamos a la maraña mercantilista a desenredarse, ya que este niño pronto tendrá un hermanito. Y es probable que una vez agremiados dentro del Sindicato de Hijos Desobedientes (El SIDHD Campeador) puedan hacerla de tos.
En la gata hidráulica
la letra y la música son de Briseño;
en las demás canciones las letras fueron escritas por
José Manuel Pintado y Guillermo Briseño,
la música es de éste último.
La mezcla estuvo a cargo de Briseño, Hebe y Alanís.
La ilustración de la portada es de Arturo Jiménez G.
Las láminas interiores son de Eduardo Herrera
y José Luis Fernández.
Las fotos las hicieron Javier Calamaro y Daniel David.
El diseño gráfico, Carlos Arthur C.
El dinero lo puso la Universidad Autónoma de Sinaloa.
El instigador fue Fernando Betancourt,
director del Departamento de Difusión Cultural de la misma.
Finalmente, la producción, arreglos
y concepción del álbum son de Briseño,
con la sensible colaboración de los participantes.
Producido en 1980
Impreso en 1981
Videos:
Álbum · Audio.
Buscando el Rock Mexicano · Capsula 13, Parte 1.
Buscando el Rock Mexicano · Capsula 13, Parte 2.
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