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1987 Real de Catorce - Real de Catorce


Productores: Real de Catorce.
Dirección: Carlos Nunez C.
Ingenieros: Carlos Nunez C. & Marco Polo Garibay.
Estudios: Neptuno y Grabinder.
Mezcla: Carlos Nunez C., Marco Polo Garibay & Real de Catorce.
Discográfica: Discos La Mina.
Nº de catalogo: LM 1001.
Formatos: Vinyl Long Play, C.D, Cassette.
Diseño gráfico: Blanca Dorantes.
Foto de la portada: David Mawaad.
Fotos del grupo: Blanca Santos.
Ilustración: Manuel Ahumada.
Tipografía: Josué Martínez.

Nuestro agradecimiento para Julia Camargo, Siegfried Bachtold, Sergio García, ISSSTESCULTURA y a todos nuestros amigos del pueblo de Real de Catorce.


Pistas:

   Lado A.

01 Azul.
(J. C. Camargo)   5:19
02 Me miraba a los ojos.
(J. C. Camargo)   2:57
03 Flores en la ventana.
(J. C. Camargo)   5:33
04 Soledad y sol.
(J. C. Camargo)   4:24

   Lado B.

05 El Halcón.
(J. C. Camargo)   2:57
06 Paria's Blues.
(J. C. Camargo)   5:17
07 Mujer sucia.
(J. C. Camargo)   5:47
08 El Lobo.
(J. C. Camargo)   3:04

   Duración total: 35:15 minutos.


Contraportada.

Interior.

Interior.

Etiquetas lados 1 y 2.


Compact Disc:


C.D México - Discos Pueblo - CDDP-1109.

 Contraportada.

 Disco.

 Booklet.

Booklet.


Real de Catorce:

José Cruz Camargo: Voz, armónica, guitarra.
José Iglesias: Guitarra, flauta.
Severo Viñas: Bajo eléctrico.
Fernando Abrego: Batería.

Otros músicos:

Carlos Núñez C: Guitarra (pistas 1, 3, 6 y 7).
Alberto Delgado: Saxofón (pistas 1 y 7)


Letras:


Azul.
(J. C. Camargo)

Azul… azul.
Y en sus ojos refleja un hilillo de luz,
su vestido perlado de noche,
el cigarro encendido en un beso carnal,
una copa de vino, una lágrima rota que rueda al final.
Oh uoh oh uoh uoh oh oh

Azul… azul.
Una música lenta y azul,
recargada en la tibia quimera,
despidiendo un anhelo que va en autobús,
un rasguño en la media, navegando la espera la viuda del blues. Oh uoh oh uoh uoh oh oh

Azul… azul.
Y una voz que entristece al cantar,
reteniendo en su lecho las sombras,
esas sombras que besan y luego se van,
una fotografía, una línea en la mano que quiere borrar.
Oh uoh oh uoh uoh oh oh

Azul… azul.
Y una voz que entristece al cantar,
reteniendo en su lecho las sombras,
esas sombras que besan y luego se van,
una fotografía, una línea en la mano que quiere borrar.
Oh uoh oh uoh uoh oh oh


Me miraba a los ojos.
(J. C. Camargo)

"Necesito amor… ámame"

Me miraba a los ojos, con las medias desechas,
venía de un rincón nocturno, quería dejar el mundo,
hincada a su puerta.

Bajo luces quebradas, por humos bohemios,
entramos a una cantina, nadamos esa neblina,
trazando una estela.

Empapada de miedo, sin fondo en el alma,
le vi el rostro a sus palabras.
Brilló una estrella, renovada, en su boca muerta.

Me besaba los labios, apurada de hombre,
el frío la mordió en un muslo, quería dejar el mundo,
hincada a su puerta...


Flores en la ventana.
(J. C. Camargo)

He aspirado el humo persa, navegando en un vapor
y en la noche más lunar, deslizando una canción.
He llegado en el momento, en que el alba abraza al sol
abriendo el día.

No me importa si un beso nuclear, en la frente del mundo,
nos deshace en la mano, la línea horizontal.
Haz tu guerra a un lado, si acabaste de vivir
yo todavía no.

Esta noche oriental etérea,
toserán nuestros tuberculosos pulmones
sobre la inmaculada faz de la tierra.
Entraremos en los cuartos de las púberes doncellas,
y les cantaremos al oído poemas sucios e insensatas odas.
Pervertiremos el olor de azahar de sus alientos,
con vinos y perfumes agrios, liaremos cigarrillos morados
traídos de la vieja Persia, y fumaremos la nube espesa de sus ojos.
Rondaremos el patio trasero de sus muslos,
haremos reventar la noche en llanto, agua tibia, río terso,
para que el día amanezca iluminado de sonrisas, y floridas las ventanas.

Un payaso blanco, un rey, un ácido en ración, dos princesas rojas, y una trágica ilusión.
¡Hey tú, amigo! No finjas calidez, si entrando enfrías la habitación!


Soledad y sol.
(J. C. Camargo)

El cuerpo envuelto, en periódico envuelto,
alcohol y lluvia, soledad y sol. Soledad y sol.
Calles, patios sucios, antenas, perros,
bruma de las siete, en un día gris. Es un día gris.

Hay que caminar, cuatro horas más
bajo esta espada de metal.
Los niños fuman, el viento aural,
Julia rompe un vaso, cambia el canal,
abre sus venas, le brota el mar.

¡Eh!, ¡eh!, Eh!, ¡eh!,¡oh!

Un auto hierve, en su reflejo,
los ojos flacos, de mí, de yo, de mí, de yo de mí.
Los edificios, andan despacio,
en el 500, vive Dios con su mujer.

Baldía nación, se te derriten,
todos tus muchachos, todos tus borrachos;
todos tus muchachos, en un rincón.


El Halcón.
(J. C. Camargo)

Mi corazón, lleno de amor,
vaga la noche como un halcón,
viejo de andar, esta ciudad,
bebe y olvida, la soledad.

En el sopor, de una canción,
manan los sueños, como visión,
se puede ser, un criminal,
volverse oscuro, irracional.

La muerte nos eleva en un potro azul, es bella, tierna y dulce.
Nos coge como niños dentro de un baúl, para después ahogarnos.

Llueve en carreteras que van al Edén, la lluvia es suave y triste.
Seguramente vas a amar a una mujer, con la guadaña en alto.

Dos tragos más, en cualquier bar, no ver la Aurora, al despertar,
y en la arrabal, noche otra vez, busca la gloria, en el placer.


Paria’s Blues.
(J. C. Camargo)

En una de las calles, más lejanas del sueño,
la más confusa y apagada,
donde las sombras se erizan,
y los miedos se palpan,
hay un rincón de café.

Sorbiendo a tragos el olvido,
trazando penas de papel,
borrando nombres y apellidos,
está un cadáver de mujer.

Bailando con fantasmas,
vestidos de negro,
vendiendo el sexo a placer,
fumando la absurda,
tonada de un necio,
rompiendo bocas de un revés.

Tejiendo muerta telarañas,
guardando lutos por hacer,
odiando el llanto de una virgen,
está un cadáver de mujer.

Tejiendo muerta telarañas,
guardando lutos por hacer,
odiando el llanto de una virgen,
está un cadáver de mujer
con más de un siglo después...


Mujer Sucia.
(J. C. Camargo)

Pasan las horas no puedo olvidarla,
besé sus manos, toqué su carne blanda,
sus uñas rojas rasgaron mi vientre,
su aliento a alcohol me embriagó de amor.

Mujer sucia de cabaret, fina ladrona: ¡escúchame!
Esta noche, no verás a otro hombre.
Esta noche, sudaré contigo.
Esta noche, dejaré que Dios, atisbe por la cerradura.

Apago el sueño como una vela,
ruedo en la cama afuera hay luna llena,
no entiendo el mundo por mí que se haga polvo,
suda el reloj, me punza tu amor.

Mujer sucia de cabaret, fina ladrona: ¡escúchame!
Esta noche, no verás a otro hombre.
Esta noche, sudaré contigo.
Esta noche, dejaré que Dios, atisbe por la cerradura.

Soy el número ochenta, de una larga fila de amantes,
un muchacho solitario, mal vecino del mundo,
el enamorado, de un négligée, de seda negra.

Pasan las horas no puedo olvidarla,
besé sus manos, toqué su carne blanda,
sus uñas rojas rasgaron mi vientre,
su aliento a alcohol me embriagó de amor.

Mujer sucia de cabaret, fina ladrona: ¡escúchame!
Esta noche, no verás a otro hombre.
Esta noche, sudaré contigo.
Esta noche, dejaré que Dios, atisbe por la cerradura.


El Lobo.
(J. C. Camargo)

Va por la calle, puñados de noche en las alas.
Prende un cigarro, y piensa en Eugenia tal vez.
Su cuerpo desnudo, los labios rendidos, su piel.
La tarde que juntos se amaron, que juntos soñaron en un hotel.

Camina despacio, la luna reposa en las nubes.
Mira a la gente, son caras extrañas para él.
Arroja ceniza, su mente recorre París.
Las calles que juntos rondaron, la lluvia, el rayo que vio caer.

Él es como un lobo, que abriga la noche,
los bares su cueva segura, cuál debe ser.
Es un solitario, se vive en esquinas,
cazando a su presa futura, cuál debe ser.

Llega al infierno, paga su entrada.
Se sienta en la barra, comienza a beber.
Un hombre se acerca, le ofrece una copa
La música suena muy triste, él dice que acepta que quiere un cóctel.

Las horas se esconden, debajo de un ebrio.
Y nadie las busca, las dejan hacer.
Él baila con uno, y luego con otro.
Alguien lo invita y lo incita, de una botella lo invita a beber.

Detrás de una sombra, se ampara la muerte,
La muerte esa noche es, el premio mayor.



Notas del disco:

Nos gusta beber y torear autos llenar de blueses la noche. Amar a mujeres desconocidas reírnos de la vida con una luz de bengala en cada mano. Atrapar las palomas de la muerte y clavetearlas en el manto rojo del crepúsculo. Solemos besar a nuestras novias antiguas y después compartirlas con calor tememos que este asunto termine de pronto y nos pesque desnudos una tarde sin Dios. Nos gusta chuparnos el pulgar mojado de ginebra cotorrearnos y mentarnos la madre muy en serio. Somos hijos descarriados. Somos hijos buenos y tristes. Moldeados de una resaca de sesentayochos, Beatles y terremotos sin posibilidad de lazar estrellas o dejarnos mojar por chisguetes de luz invernal. Nos gusta torear autos, llenar de blueses la noche.


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